viernes, febrero 19, 2010

Tres pelis


Últimamente he ido bastante al cine: Celda 211, Invictus y Up in the air. Las tres tienen en común el tener un argumento original que pasado el tiempo podremos recordar, y no, como ocurre tantas veces, que parecen hechas con la churrera de hacer películas iguales que no dejan huella alguna en la memoria.
Celda 211 la vi recién estrenada, cuando todavía no había oído hablar de ella. La vi un poco por casualidad porque era lo que ponían en ese momento en el cine del centro comercial en el que estaba. Y me alegro de no haber sabido nada de ella antes, porque el género carcelario no está entre mis favoritos y probablemente la habría descartado. Pero la película es indudablemente buena, un buen guión y una buena realización. Con esta película, el director demuestra que domina los secretos del cine, y no solo al estilo europeo, con producciones que aunque nos gusten, tienen en general un aire más de baratillo, sino que puede competir con las buenas películas americanas. Pasé un buen rato y creo que se merece los Gotas que le han dado. Lo único que no me convenció es el pluriempleo del malo, policía, funcionario de prisiones…, pero en fin una concesión que permitimos para tener un malo, malísimo se puede pasar.
Invictus no me defraudó, el amigo Clint es un experto y con poquito argumento nos supo entretener durante hora y media. Las imágenes del rugby tomadas desde el punto de vista de la pelota, en el centro de la melé, están muy logradas, y aunque no me gusten este tipo de deportes, lo llevé bien. La película está basada en el libro Playing the Enemy de John Carlin que en español han traducido por El factor humano, cuando ya había un conocido libro de Graham Green con ese título.
Y la última que he visto, Up in the air, me ha permitido ver a Cloony, siempre tan guapo. Aquí es un ejecutivo soltero cuyo trabajo consiste en despedir a empleados de las empresas que le contratan para esta poco apetecible misión. Su vida transcurre siempre en hoteles y aviones y este tipo de vida sin raíces le satisface plenamente. El mensaje final, la moralina que el director parece querer darnos, resulta un poco confusa ¿Qué es lo malo la vida sin compromiso o el trabajo que tiene y que realiza con tanta profesionalidad?.

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