sábado, enero 23, 2016

La ley del menor de Ian McEwan


[El autor] Ian McEwan (1948) es un novelista inglés.
En los años setenta, Ian McEwan era el joven rebelde que escandalizaba a la impertérrita literatura inglesa con su debut Primer amor, últimos ritos, esa colección de ficciones sobre psicópatas e incestos. Con el tiempo, se disfrazó de amante demente en Amor perdurable, sacó de paseo a los sabuesos violadores de Los perros negros y se pasó 30 páginas descuartizando un cadáver para El inocente. Una perita en dulce, vaya. Pero quien busque a ese obseso del morbo y la lascivia, no lo encontrará en La ley del menor. El Ian McEwan de hoy es un elegante caballero que reflexiona sin amenazar, sentado en un sillón de su club, con un escocés en la mesita [texto extraído de la crítica realizada por Santiago Rocangliogo el 13-10-2015  en El País].
[El libro] Una juez del Tribunal Tutelar de Menores tiene que resolver el caso de un menor enfermo que por motivos religiosos no quiere someterse a una trasfusión de sangre a la vez que ella misma se enfrenta a dificultades en su matrimonio .

[Mi opinión] La protagonista de la novela, la juez, es una mujer culta, de gustos refinados, casada con un profesor con el que comparte aficiones y relaciones sociales. Vive entregada a su profesión, dictando siempre sentencias muy meditadas, para lo cual estudia los casos incluso en su casa donde siempre tiene algún expediente sobre el que reflexionar.

Los casos que lleva le preocupan, incluso en ocasiones le quitan el sueño, porque es muy consciente de las implicaciones que sus sentencias tienen en la vida de otras personas.

Pero el caso del joven testigo de Jehová, que no quiere una transfusión de sangre que precisa para salvar su vida, tiene consecuencias para ella fuera de lo habitual. El joven queda vinculado a ella por una mezcla de admiración y amor y pretende formar parte de su vida privada. Coincide además este caso con una imprevista crisis matrimonial que le hace ver que su vida sentimental no es tan sólida como cree y le da un plus de debilidad.

Pero ella no está preparada para nada que mueva su tan asentada vida, toda su sabiduría y experiencia se transforma en cobardía y confusión y no encuentra otra salida que ignorar lo que le perturba. Solo cuando el caso del joven le hiere profundamente, llega a ser capaz de mirar hacia dentro y sentir de verdad.

Antes de leer este libro no había leído nada de Ian McEwan por lo que no me ha extrañado el cambio que según Santiago Rocangliogo ha experimentado el autor.

La novela para mí ha tenido dos puntos de interés: el personaje principal – la juez- complejo y con fisuras y los casos de los menores vistos desde la persona que debe resolverlos. Me habría gustado incluso que los otros casos distintos del principal fueran tratados más a fondo.

1 comentario:

Aluxia dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.