Roberto, que ya disfruta del abono transporte amarillo de los mayores, iba en el autobús sentado en uno de los asientos reservados para ellos. Al ver a una señora de más edad se ha levantado y le ha cedido el asiento. Esta, una mujer de aspecto elegante, sin dar las gracias, ha considerado estrecho el espacio que Roberto le había dejado para pasar y ha dicho con tono exigente ¡Pero apártese y déjeme pasar!. La señora, una vez sentada, ha comenzado a despotricar en voz alta contra Roberto, para que le oyera todo el mundo: que si se cree que me ha hecho un favor, que es su obligación porque estos son los sitios para mayores, que si la mala educación “zapateril”… y así ha seguido durante todo el trayecto.
Hay que decir que Roberto destaca especialmente por su buena educación, siempre pendiente de no molestar a nadie y ayudar tanto a los conocidos como desconocidos.